Pasan unas horas de clase y, de improviso, un grupo de creadores se para con cariño a mirar uno de las obras de arte que uno de ellos realizó:
-Me encanta Antonio Machado desde que conocí tu poema, Ana.
-Pues, a mí me parece más original tu foto; el de Manuel Altolaguirre-salta Carlos.
-¿Sabías que le dedicó esos versos otro miembro de la Generación del 27?-les cuestiona ella.
-¿A quién?-preguntan al unísono todos.
-A Rafael Alberti.
-Este año vas a sacar un 10, Ana-bromeó Isabel- ¿Qué me decís del tuyo, Carlos?
El silencio vuelve a recorrer las paredes del Instituto y Ana mira a su amigo, expectante.
-¡Ándale! De mi tierra, Ramón López Velarde.
-¡Ah sí! Me contaste que era mexicano.
De repente, el timbre suena y los amigos vuelven al aula más contentos. Los tres alumnos vuelven a recordar los conocimientos previos de una actividad que les gustó y con la que aprendieron algo nuevo. Ese esfuerzo conjunto de dos docentes de asignaturas diversas como son Lengua castellana y Literatura y Plástica da los frutos del aprendizaje incluso fuera del aula. Sin darse cuenta están repasando autores poéticos entre ellos y, a la vez, están respetando la diversidad cultural. Los conceptos teóricos educativos también se vuelven prácticos cuando te paras a mirar el trabajo bien hecho.