miércoles, 9 de junio de 2021

Junio soleado y brillante, te pone de buen talante

En nuestro refranero popular encontramos algunos refranes referidos a los meses del año. Del mes de junio hay muchos, pero podemos destacar los que reflejan el calor que estamos teniendo estos primeros días del mes como "Por junio el mucho calor, nunca asusta al labrador". El significado implícito en este refrán es que el clima seco y soleado en junio es bueno para el campo.

Sin embargo, en la ciudad también notamos este "mucho calor", propio del julio y agosto. Por eso, es saludable ser positivo y, como reza el título de esta entrada, permanecer con un buen talante.

Ayer diecinueve alumnos y dos profesoras salimos a redescubrir Madrid con una mirada abierta a nuestra literatura española, de la mano de Antonio Machado, desafiando las altas temperaturas de la capital. Esto fue posible gracias al programa llamado Espacios de Cultura de la Dirección General de Juventud de Madrid, que ofrecía una serie de propuestas educativas para centros escolares. El pasado mes de abril decidimos solicitar la Visita al Madrid de Antonio Machado (que organiza La Fisgona) para realizar con dos grupos de alumnado del instituto y nos adjudicaron la ruta cultural solicitada.

Desde la Plaza Cibeles hicimos un recorrido por las calles de Madrid, pasando por la Biblioteca Nacional, donde está colocada la "última" cabeza de Antonio Machado que realizó el diseñador Alberto Corazón en homenaje al escritor en  2007.  El proyecto de "las cabezas de Machado" partió del escultor Pablo Serrano, que en plena dictadura franquista se propuso mostrar su obra de bronce en un homenaje al escritor en Baena (Jaén). El acto no se pudo realizar, pero sus esculturas se fueron mostrando en España (como en Soria) y en Europa. No pudimos acercarnos debido a la celebración de un acto oficial que estaban realizando precisamente ayer, pero en la lejanía y, a través de los barrotes de hierro se siguen viendo las palabras de un verso de sus poemas más conocidos (XXIX de Proverbios y Cantares): "se hace camino al andar". El lector sabe que el verso anterior es el siguiente: "Caminante no hay camino". Fue este escritor, junto con su hermano Manuel Machado, uno de tantos que hicieron caminos nuevos al escribir. Fieles caminantes, nosotros seguimos sus huellas en esta ruta literaria.

Enfrente de los "dioses" literarios, tal como una de nuestras alumnas los denominó (Miguel de Cervantes Saavedra;  el fénix de los ingenios, Lope de Vega Carpio; y Alfonso X, el Sabio), la guía y moderadora de la actividad nos contó parte de la biografía de Antonio Machado cuando era un joven estudiante y ya admiraba a estos grandes literatos desde la Institución Libre de Enseñanza. 

Después, viene su etapa de bohemia madrileña y nadie mejor que Ramón del Valle-Inclán para representarla con su vida y su obra. De hecho, la curiosa anécdota de que perdió un brazo en una disputa en un bar es ineludible. El ambiente de tertulias en cafés de finales del s. XIX encandiló a los hermanos Machado que admiraban a los intelectuales del momento. La estatua conmemorativa del autor bohemio es una fiel representación del famoso autor de Luces de Bohemia.

Seguimos nuestra ruta hasta el Teatro de María Guerrero donde la guía nos relató la etapa parisina del autor; el matrimonio y la muerte de Leonor Izquierdo, su primer joven gran amor en Soria; y la publicación de Campos de Castilla. También nos recordó el tiempo que pasó en Baeza, llorando su muerte, porque no había plaza para su cátedra en Madrid.


Continuamos andando con el escritor, rememorando su vida y obra hasta llegar al lugar donde residió en Madrid. Después de moverse entre Segovia y la capital madrileña, (donde conoció a Pilar de Valderrama, la mujer casada que inspiró al personaje Guiomar en sus poemas) consiguió finalmente una cátedra de francés en Madrid. En ese periodo volvió a publicar en periódicos como Sol.

Seguimos caminando hasta llegar a la plaza del Rey. Allí revivimos cómo León Felipe y Rafael Alberti convencieron a Antonio Machado en una segunda visita a su casa con esa intención para que se exiliara a Francia. Era 1936 y comenzaba la Guerra Civil española. Como sabemos, ya mayor el escritor muere en Colliure en el 1939.

Continuamos con esa etapa final de su vida hasta acabar en la Plaza de Santa Ana, donde vemos la estatua de Alberti, mucho más joven, que murió fusilado en la guerra. Hoy las flores de sus manos recuerdan las obras que nos dejó. Su dramático final no desmerece su propia obra dramática. 

De este modo, finaliza nuestra ruta literaria, resumida en estas líneas para rememorarla brevemente y compartirla con otros caminantes. Juntos hagamos camino al andar.