lunes, 2 de octubre de 2017

Pararte en tu Instituto

Llega el primer de día de clase y todo son nuevos proyectos: nuevas ganas de empezar el curso, de reencontrarte con compañeros (seas profesor o alumno) y nuevas personas que se unen al aula o al centro educativo. También se ve a docentes y alumnos, caminando por los pasillos de un lado a otro, del recreo al aula, del aula a la fotocopiadora...El movimiento habitual de la vida de Instituto aparece con sus 'quehaceres' diarios. Antes de entrar en la rutina matinal, conviene que te pares y mires tu alrededor detenidamente. Ahí, silenciosas como versos escondidos, están las paredes cubiertas de poegrafías:
Pasan unas horas de clase y, de improviso, un grupo de creadores se para con cariño a mirar uno de las obras de arte que uno de ellos realizó:
-Me encanta Antonio Machado desde que conocí tu poema, Ana.
-Pues, a mí me parece más original tu foto; el de Manuel Altolaguirre-salta Carlos.
-¿Sabías que le dedicó esos versos otro miembro de la Generación del 27?-les cuestiona ella.
-¿A quién?-preguntan al unísono todos.

-A Rafael Alberti.
-Este año vas a sacar un 10, Ana-bromeó Isabel- ¿Qué me decís del tuyo, Carlos?
-¿A qué no te acuerdas de quién es?-les reta a sus amigas.
El silencio vuelve a recorrer las paredes del Instituto y Ana mira a su amigo, expectante.
-¡Ándale! De mi tierra, Ramón López Velarde.
-¡Ah sí! Me contaste que era mexicano.

De repente, el timbre suena y los amigos vuelven al aula más contentos. Los tres alumnos vuelven a recordar los conocimientos previos de una actividad que les gustó y con la que aprendieron algo nuevo. Ese esfuerzo conjunto de dos docentes de asignaturas diversas como son Lengua castellana y Literatura y Plástica da los frutos del aprendizaje incluso fuera del aula. Sin darse cuenta están repasando autores poéticos entre ellos y, a la vez, están respetando la diversidad cultural. Los conceptos teóricos educativos también se vuelven prácticos cuando te paras a mirar el trabajo bien hecho.